Era el marco de tu cara, tu pelo negro de ébano
como un pedazo de noche, caída del firmamento.
Negra sedosa y tan larga, que se enredaba en tu cuello
eras una rosa blanca, rodeada de negro velo.
Entre oscuros nubarrones, brillaban tus ojos negros
titilando tus pestañas, refulgían dos luceros.
Y que bonita tu cara, con sus labios rojo fuego,
tu cintura de guitarra, que bien formaba tu cuerpo.
Manos blancas de azucena, jugaban en tu cabello
como peineta de nácar, parecían ser tus dedos.
Reflejos del sol caliente, en las mañanas de enero,
de noche claros de luna, hacían su nido en ellos.
Que me ayuden los poetas, para decir lo que siento
para expresar la belleza, la magia de tu cabello.
tan negra sedosa y larga, que se enlazaba en tu cuello,
eras una rosa blanca, abrazada en negro velo.
Ahogado en soles y lunas, enredarme en ellos quiero
con reflejos y destellos, de aquellos días de enero.
Negros como el azabache, tan negros como es el ébano
tan negros como tus ojos, el negro de tu cabello.
Hoy que han pasado los años, con ellos, muchos eneros,
tu cabello es seda fina. que la a transformado el tiempo,
color de plata Peruana engarzada en ónix negro
es la joya mas preciada, que acompaña mis inviernos.
Tu pelo azabache negro, tu pelo color del ébano,
tu pelo de seda fina, transformado por el tiempo.
Nicolás Ferreira
Para mi amada esposa.
- Autor: Nicolas Ferreira (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 5 de septiembre de 2013 a las 08:18
- Categoría: Amor
- Lecturas: 369
- Usuarios favoritos de este poema: La Barroca, El Hombre de la Rosa
Comentarios3
Tus geniales versos sienten la belleza de tu genial poema amigo Nicolas
Saludos de afecto y amistad
Gracias Crispulo. Un abrazo.
Para poder comentar y calificar este poema, debes estar registrad@. Regístrate aquí o si ya estás registrad@, logueate aquí.