1- LLUEVE EN LOS BRAZOS DEL ÁMBAR
Llueve en los brazos del ámbar,
el agua baja en filigrana
su laca madura en hilos de plata
y abajo..
Abajo nosotros sorbiendo las naturales pociones..
Temblaba el rojo
por los márgenes del tronco y sus posiciones.
El cuajo en nuestras arterias de alimento
recostados en la espalda del vegetal/
Vivimos el tiempo del prudente silencio,
nos ungían aceites de antiguas lociones
y la alquimia de callados besos
se proclamaban sin letras,
abandonaban el anuncio de inútiles palabras,
solo velas de fuegos carmesíes y
pabilos púrpuras de anchos labios
navegando abiertas corolas,
baño de diamantes,
manantiales de agua sumergida,
explosión pacifica al aire
hervían vapores de lago cálido/
De lo bajo el pasto en espuma era nuestro cómplice/
Del limite celeste de altura
el cielo en mueca de diluvio sonreía/
Nos catapultaba como un río de dos corrientes
en laberintos de abiertos balcones,
mi pecho era una rosa abierta cincelada
y tu abrazo invadía el espacio en ademanes florales/
Encastrábamos dos reinos de suaves piedras.
Dos cuerpos paralelos sin lejanía de tierra y
la estrofa ausente en la mirada acortaba la distancia,
mientras el infinito llovía en los brazos del ámbar.
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2- DISTANCIA
Yo fui la frontera
donde detuviste tus labios,
el libre forjador de alas
que abrió las puertas de tus brazos,
al aire libre de tu vuelo.
La llave de tu cerrada puerta
que abrió tu magnetismo.
El árbol donde forjaste tu mirada.
El agua entre tus dedos de manantial
en la marea de mi pecho,
en la camisa sudada.
Pero hoy no me hallo
en la distancia del teléfono.
Tu voz se enreda en los cables
cuando estiras la longitud mínima,
hasta la aguas transoceánicas
de bajeles corsarios y suicidas.
Te alejó la confusión del horizonte
al caerte en una nube de flama,
te perdiste en tus gravedades
a la hora de las verdades,
cuando armaste tu paso de retirada
se consumió el último filamento
de llama malgastada
en estufas de leña y disminuida flama.
Volviste a la enmascarada distancia
del teléfono cuando tu voz ya era ajena.
Ahora vete ya de mis recuerdos.
hasta que extirpe el dolor en mi pecho
y sepulte los sueños,
en el cementerio de fugaces momentos.
- Autor: RICARDO ALVAREZ ( Offline)
- Publicado: 13 de septiembre de 2013 a las 00:37
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 60
- Usuarios favoritos de este poema: El Hombre de la Rosa
Comentarios1
La genialidad y la bellaza adornan tus dos sensacionales versos amigo Ricardo Alvarez
Saludos de amistad
gracias estimado amigo. mis saludos.ricardo
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