PASAJERO DE LAS NUBES

Había reservado un pasaje
para unas largas vacaciones
en la eternidad.

Me subí a la nube
pero fui víctima de un atentado.

La nube no tenía piloto
ni asientos
pero si una ventana semiabierta.
por la que una muchedumbre indeterminada de testigos
se descolgó de neblinosos hilos,
tomó el control
y me expulsó sin más.

Al llegar al aeropuerto
los guardianes me hicieron bajar
y requisaron mi equipaje.

Entonces dejé uno por uno mis recuerdos
mis lazos de afecto,
el aprendizaje de cinco décadas
y otras cosas más
como mi carné de identidad.
y mis placas dentales
porque ya no eran necesarias.

Otra nube
que venía en dirección contraria
me subió a un rayo de luz
y quedé completamente ciego.
¿Para qué los ojos?

Oí notas musicales
tibias y redondas
tan redondas
como una lágrima inconclusa.

Las notas parecían escalar por el borde de un pañuelo
y caer desprevenidas sobre el mantel de la mesa.
Me quedé observando desde hace
una ene-enésima fracción de no sé que cosa
y me olvidé por completo de mis vacaciones.

Por lo que ahora regreso
a mi lugar de trabajo
y echo de menos mis placas dentales
y mis gafas.

Y mientras escribo
han regresado los que me expulsaron de mi primera nube
y me acusan de ser insensible, ignorante y malagradecido.
Yo les insisto: ¡devuélvanme mi equipaje!
Ellos me dicen: ¿Y tú, quien eres?
y ríen a carcajadas mientras van volando hacia otra nube
que va en camino
de la eternidad.

E.D.A