TE IMITÉ MAR

A ti se te conoce por tu indecisión,
pues tus olas siempre van y vienen,
te conocen por tu inmensidad y pasión,
porque eres majestuoso, fuerza pura,
se te admira por tu innegable bravura
y por tantos detalles que otros no tienen.

Se te conoce por ese romance con la luna,
a la que cada noche en su reflejo mojas,
abrazándola, amándola como ninguna,
así, proyectándote en toda tu inmensidad
y ella, la luna, entregada en su ansiedad
cuando de su ropa poco a poco la despojas.

Sabes que así la amé yo anoche en la arena,
entiendes bien a quién me estoy refiriendo,
ella estaba como la luna cuando está llena,
siendo una receptora hermosa de mis besos,
mil viajes hicimos los dos, de idas sin regresos,
la noche pasé en su piel versos escribiendo.

Puedo decirte amigo sin pena, que te imité
y traté de mostrarme ante ella muy intenso,
la besé y me besó tanto que en verdad ni sé
cuántos besos esa noche ambos nos dimos,
pero aquel amor que piel a piel hicimos
llegó a ser tal como tú... igual de inmenso.

¡Pero yo no fui indeciso! La amé muy decidido,
porque ella me dio de su puerta la mágica llave,
nos amamos sin frenos, hasta perder el sentido
y dejamos allí, sin un reclamo, sin un reproche,
palabras que circulan en el viento de la noche
y secretos de amor que tan sólo la arena sabe.

Vine hoy a contártelo mar, porque fuiste testigo
de todos estos maravillosos y mágicos hechos,
tú con tus olas estuviste con ella... y conmigo
bañando nuestros cuerpos desnudos, descubiertos,
mis poros al besarla se mantuvieron abiertos
y el oleaje incesante de mi piel bañaba sus pechos.

Te doy las gracias amigo mar por enseñarme
que esta manera de amar es especial, es una;
ahora me será mucho más fácil inspirarme
y muchos poemas verás, te lo aseguro yo...
porque gracias a ti, esa noche la amé y me amó
como cada noche se aman tú... y la luna.