La ciudad que me habla

LA CIUDAD QUE ME HABLA

Tomo tu libro…

Lo aviento desde el tercer piso…

Pero cae parado, al revés y entreabierto como tú.

Bajo decidida para aniquilarte…

Camino por calles que nunca pisé y voy rompiendo en minutos más de 200 hojas

que armaste con el arte de la filigrana y escribiste, tal vez, en años.

Las rompo de una en una, de dos en dos, de tres en tres, de cinco en cinco,

Como salga mi rencor.

Las hojas van quedando atrás, en la calle treintaitrés,  mientras se pierden en el ocaso.

Llego hasta el parque “El Derecho” y pujo para acabar con mi consigna: destruir el

lomo…la solapa…

…tan suave y áspera como tu…

…que lleva tu pose de Divo y tu nombre en altas.

Sigo caminando…un conductor me silva y un anciano con su báculo me susurra

“hola”

Será lo que necesito.

Avanzo otro trecho y el semáforo está en verde, mientras un hombrecillo

 electrónico camina y me recuerda que ya no puedo mirar hacia atrás.

La ciudad ahora me habla sabiamente y me dice: “no voltear en U”

Una escarapela rojiblanca gigante me dice “te amo”.

Será lo que necesito.

La ciudad me sigue hablando: “Liquidación. Grandes Marcas. Salta”

y salto porque la marca que me dejaste DUELE

y prefiero recorrer el corazón iluminado de una marquesina en una berma central.

Y la ciudad me sigue hablando: “Despacio”… Transito restringido”…

“Pare”…“Velocidad Máxima”… “Apoyarse en la cerca”…

“Paradero Prohibido”… “Ruta alterna”

y entonces elijo aquella, donde tú no estás

porque estás restringido…paralizado…prohibido.

Y en una esquina, un restaurante, llamado “San Antonio”, me pide tener fe.

Será lo que necesito.

He retornado a la calle treintaitrés

Tus hojas ya no existen.

Tu pose de Divo tampoco

Tu nombre en altas ya no lo leo

Ya no estás

Es lo que necesito