Kilates de oro me obsequió el señor,
amor tan puro no creo merecer;
revestiste de contento a mi alma
entrando a mi vida con tu alegría,
naciste mi niña, para hacerme feliz.
Amé tomarte en mis brazos
la primera noche que llegaste al mundo,
osé marcar a besos tu pequeño rostro, más
no turbé por nada tu sueño profundo.
Dí con gusto las primeras noches sin sueño,
regosijado por tenerte aquí,
abrazándote y durmiéndote en mi pecho.
Mujercita de ojos infinitos,
oh mirada pura que penetra mi alma,
reíste conmigo mientras me observabas,
antes de que vieras los rayos del sol.
La pequeña cuna que alberga tus sueños,
es por mi bendita cuando el sol se marcha,
sábelo desde hoy mi vida, que eres la mitad de mi alma.
Cuando pasen los años
hija de mi corazón,
antes de que llegue el final de mi historia,
verás que te diseñé un mundo maravilloso,
en donde creciste llena de cariño, y
zumbarán en ti, por siempre mis consejos.
Alberto Morales Ureña
Derechos de Autor
- Autor: Alberto Morales Ureña (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 10 de octubre de 2013 a las 11:33
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 187
- Usuarios favoritos de este poema: El Hombre de la Rosa
Comentarios1
Gratificante y hermosa la lectura de tu bello poema amigo Alberto Morales
Saludos desde España de tu amigo Críspulo
Gracias amigo!
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