-Aunque la presencia del poema, no debería errar por aquí-
¿Debo hablar?
¿Y contarle a la siniestra noche, que por lo menos
Aún no me ha dado de alta en soledad?
Aún...
¿Debo contarle que hoy sus cielos tienen un espesor y una carga inmunda?
¿Qué, por qué me doy vuelta tristemente y en silencio
Ante tu oscura catacumba?
En realidad, no debo confesarme ante ti, solombría nocturna.
Mientras te llevas mis clamores, probablemente me dé
Un ataque al corazón,
O un ataque al llanto.
¿Sus roces serán más lentos? –maldigo-
Y su aliento cárcava, te traerá las memorias,
¿Como ya no te traen mis besos?
Ya basta noche mía, si quieres puedes irte a un lugar
De oscuros descansos, pues supongo, que aún me queda el espíritu,
¿O también huirás? –grito al entorno-
Y conjunto con mis penas, ¿me olvidarás?
Espera, ya sé que aún no recito mis bálsamos profundos,
O mis fríos testamentos,
Y que aún no te resuelvo la mirada maldecida...
-la noche me sigue mirando-
Es que, euforias dolientes; ¡YA PAREN!
Lamentos infaustos; ¡YA PAREN!
¡Lágrimas por favor!, -vuelvo a maldecir-
Que se juntan los océanos,
Los ríos y los lagos en mis ojos, y
Desembocan tristes, sus pobres aguas laminosas...
La noche no pudo aguantar más. Percibió mi llanto
Y se esfumó antes que le contara, porque hoy mis luceros,
Se asemejan a dos sueños quebrados o a dos fieles heridos...
Sólo espero, que no broten de nuevo las tristezas en mi semblante.
Ven, regresa. ¡Te lo imploro con las sienes en la tierra!
Mi noche, aurora, -jijeo-
Pero vuelve con sus brazos,
¡Con sus íntimos brazos! –Muero una vez más en la noche-
¿Y yo dónde quedo? ¿Y yo qué espacio ocupo?
¡Me clavo dos gritos en el pecho! –Si tan solo fuesen estacas-
¡A golpes me penetro el llanto en mis manos!
Y como ásperas aguas,
Las disperso en mis labios repartidos, -compartidos y quebrados-
¡En mi rostro fardo!
Cálmate, -me digo-
Que las penumbras después regirán tu vida.
Me contraigo, y tácito, sin dolores, sin delirios,
Descanso,
Tan perturbadamente en las depresiones infinitas.
Ya no debo soltar más frías tristezas,
Ni hermosas tempestades,
Que salgan de mi alma infame,
Y se pierdan en tinieblas...
Ya no debo desprender,
Pues,
¿Qué desprendo ya de la soledad?
-Seguiría escribiendo, seguiría enterrando al cuerpo,
Pero todas estas lágrimas,
Están manchando los versos-
-maldigo-.
CISNEROS
1:39 am.
- Autor: trovador (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 19 de octubre de 2013 a las 14:36
- Comentario del autor sobre el poema: Un poeta triste sabe que la tristeza sirve para concebir los poemas mas hermosos, y ese hecho nos hace felices.
- Categoría: Triste
- Lecturas: 134
- Usuarios favoritos de este poema: El Hombre de la Rosa, Damian Santarossa, Maria Hodunok.
Comentarios4
Se alegran las poeticas letras de tus estrofas con la melodia eterna de tus gratos versos amigo Trovador
Abrazos de amistad
Críspulo
Se nota que este poema viene del alma, me gusta mucho la manera en la que expresas y das en claro los versos. Saludos.
Sí, me vino puramente del alma, estaba llorando cuando escribí este poema, he por eso que paré de escribir porque mis lágrimas estaban empapando la hoja, gracias por el comentario, saludos.
Trovador
Del alma salen tus tristes palabras, duele al leerte, pero está muy hermoso, ese grito de desesperación lo dimos muchos, hasta que nos dimos cuenta que los poemas se pueden escribir alegres, aunque el dolor nos mate. Excelente, poeta.
CARIÑITOS.
Gracias, la verdad que si te dolió, es porque realmente pude transmitir mi tristeza en el poema, igual sigo pensando que mejor se concibe la poesía con la tristeza.
Saludos y un abrazo de Trovador.
a si es y lo estas demostrando
Para poder comentar y calificar este poema, debes estar registrad@. Regístrate aquí o si ya estás registrad@, logueate aquí.