Anclado en la Villa y Corte
en este verano sediento,
náufrago de mis amores,
de soledades muriendo,
te remito este mensaje
con mis últimos alientos.
Nubes que voláis tan alto,
golondrinas viajeras,
línea de los equinoccios,
alto de las siete esferas:
¡Servíd de guía y compaña
a esta palabra viajera!
Con vuestra ayuda y socorro
a este náufrago perdido
remita mi desconsuelo,
mi angustia, mi desatino,
mi noche de desamparo,
de este vivir que no vivo.
¿Creéis que ella no siente
en su corazón de fresa,
en su alma y en su cuerpo,
la sed de encontrarse cerca
del halago de mis besos
en sus labios de canela?
¡Pues volad ya sin demora!
¡Corred y no entreteneros!
Llevadle éste mensaje:
"¡Que por tenerla me muero"!
"¡Que ciego tengo los ojos
de buscarla, y no la encuentro!"
- Autor: Dobleazur (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 21 de octubre de 2013 a las 12:48
- Comentario del autor sobre el poema: Durante aquel inolvidable y lejano verano, Ella fue con su familia a la playa, y yo quedé en un triste Madrid mas solitario que nunca... Estas estrofas son un humilde y hasta pobre intento de elogio al recordar al gran maestro cordobés don Luis de Góngora y Argote, cuando escribió en su parroquia de Santa María de Trassierra, aquellos llantos del forzado a galeras en poder del turco... También yo sufría y lloré en aquellos momentos de dolor...
- Categoría: Amor
- Lecturas: 38
- Usuarios favoritos de este poema: El Hombre de la Rosa
Comentarios1
Gratificante la lectura de tu genial poema amigo José Lopez
Saludos sinceros de amistad
Críspulo el de la Rosa
Gracias por tu valoración, caro amigo. Sé valorar tus palabras. GRACIAS.
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