Nadie vino a esperarme ¡nadie se va a acordar!
A este tren de la vida yo llegué sin ropaje.
embargando los sueños que yo pude soñar,
cargado de ilusiones, repleto de coraje,
y al final del trayecto mi tren se va a parar.
Y así encogido de hombros estoy en el paraje
repasando el camino, harto de caminar,
el andén solitario, yo ausente de equipaje,
¡para qué las alforjas para tan corto viaje!
el es hombre de paso, como vino se va.
No conozco este pueblo ni recuerdo el paisaje,
sus casas con adobes, sus paredes de cal,
tiradas por el suelo unas flores se esparcen
como almas en pena en torno a mi ellas yacen,
sumisas y marchitas suplicando piedad.
Reconozco el chirrido de una verja oxidada
ante la cual me postro derrengado y sediento
arrastrando fantasmas levanto la mirada
solitario el camino recorro polvoriento
la lluvia está cayendo, la atardecer helada.
Junto a la iglesia un muro implorando silencio
y a la vuelta en la esquina un viejo palomar,
renqueante se arrastra, trashumante el viajero,
atento a lo que ocurre está el sepulturero,
por fin le llegó la hora de ir a descansar.
- Autor: donbuendon (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 9 de noviembre de 2013 a las 06:58
- Categoría: Espiritual
- Lecturas: 96
- Usuarios favoritos de este poema: El Hombre de la Rosa
Comentarios3
Gratificante la lectura de tu bello poema estimado amigo Donaciano Bueno
Saludos de afectro y amistad
El descanso...que espere...tristes ...recuerdos:saludos
No hay reloj en la sala de espera de la muerte
Es la última y macabra estación,ya no hay mas vias
Dicen que solo Lázaro una vez tuvo la suerte
de que el árbitro concediera una prórroga a su vida.
Gran poema admirado burgalés.
En esa sala de espera, es muy duro el esperar
mejor no pensar en ella,mejor ponerse a bailar.
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