Había que cambiar el traje del dolor,
la luz a la continua oscuridad
que llegaba con su brazo
cargado de esclavitud.
No se podía caminar por las calles
con la cabeza en alto,
mirando la cara osca y sucia del caporal.
¡Ay¡ del cuerpo y la sangre del que olvide
su cuna y su posición -hórrida centella
que lacera su armazón sin tocar el alma-.
Todos preguntaban por la igualdad
pero nadie respondía, era una utopía
pensar en correr como el viento
y cantar como él en la alameda
con los árboles como cítara.
Había que estar triste y empapado en sudor,
de esas incoloras perlas que bañan la piel
y que duelen en el alma cuando un carmesí
surco rompe su camisa.
Un tormento nuevo era cada día
y lo tenían que pasar respirándolo
y masticándolo sin queja ni llanto,
por que el llanto se fué de los ojos
para sembrar odio en el corazón.
Y llegó el día distinto, raro e inefable
que colmara la paciencia en que un cobarde
se hartó de serlo y tomó la calle principal
lodosa y ocre, mirando de frente.
Ahora sí hubo llanto y gritos desesperados
por el suicida que cambió de traje
y puso a estrenar a los demás.
El sólo saco de su bolsillo todo el peculio
del mundo para arrasar la soledad opresora.
Ese día, se fué yendo despacito
mientras rayos partían su cuerpo
y fibrinales rios dejaban escapar su ira
a cada boquete de su desnuda camisa.
Le enroscaron los pies y cayó,
de nuevo se puso en pié y de sus ojos
brotaban chispas en la estancia.
Ni un ay, escapó de su boca ni su mole
tocó tierra denuevo, hasta que no comprendió
más y se fué entregando la llave en el alma
de los muertos en vida, encendiendo
una llama sin lenguas ni calor, pero capaz
de calcinarlo todo y su lumbre afloró
en el pecho que hechido de un extraño
salvajismo se apoderó de las manos
y escapó de ellos para acabar la oscuridad.
Alzaron todos la cabeza y vieron el cielo
tan azul que con aquella apariencia
no lo conocían y se dieron cuenta
que la vida es sólo una, una bandera
que hay que izar como las demás
para que el viento que a todos nos acaricia
no se olvide de nosotros.
Desde entonces cada quien enterró sus muertos
y sus temores, y hoy van por la calle
hombres nuevos, ¡nuevas esperanzas¡.
- Autor: YULERIA (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 21 de noviembre de 2013 a las 07:59
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 121
- Usuarios favoritos de este poema: Trovador de Sueños ...y realidades., Maria Hodunok., , El Hombre de la Rosa
Comentarios3
Libertad plena es la bandera. Privilegio leer de tus letras hoy, hermano. Un inmenso trabajo el que dejas.
Un fraterno abrazo, ten una buena y grata jornada.
Gracias CARLOS por tan enorme comentario, un abrazo hermano.
Que dificil es comentarte, poeta, si nos dejás una reflexión de tanta intensidad. Hermoso poema, hermosas palabras, para hacerlas germinar en un mundo mejor, que depende solamente de nosotros.
FELICITACIONES Y CARIÑITOS.
Lindas palabras de tu comentario MARIA, un abrazo y gracias.
Grata la bella lectura de tu genial poema estimado poeta y amigo Yuleria
Saludos de afecto y amistad
Críspulo el de la Rosa
Gracias CRISPULO por tan grato comentar, un abrazo .
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