Cae el corazón atribulado,
Siempre entreabierto,
Sonrosado,
Como inquieto.
Cae el estuche negro,
El de los pulmones muertos,
Donde están tus versos,
Guardados,
Matando.
El eterno se vuelca en cieno.
Siempre incompleto,
Perturbado.
Cae el cielo embalsamado,
Con un soneto,
Un te quiero,
Con el beso en el costado;
Sonríe el gueto,
Aquél imperio,
Soledad se le ha llamado.
Caemos tú y yo, cariño,
Siempre de la mano,
Con caricias de niños
y el alma intimando.
Cae la realidad otra vez,
Cruelmente despertando,
Un recuerdo, un “¿te vas?”.
Termino cabizbajo,
Siempre esperando.
Con el verso de tajo.
- Autor: Héctor Adolfo Campa (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 22 de noviembre de 2013 a las 02:13
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 28
- Usuarios favoritos de este poema: El Hombre de la Rosa
Comentarios1
Gratificante la lectura de tu hermoso poema amigo Hector
Saludos de afecto y de amistad
Críspulo el hombre de la Rosa
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