AMOR ENJAULADO

luisa leston celorio


AVISO DE AUSENCIA DE luisa leston celorio

Os saludo amigos.
Intentaré entrar más a menudo aunque no sea tanto como deseo.
Por razones de problemas visuales no puedo estar en el ordenador, por esa razón no podré hacer muchos comentarios, pero abrí para intentar comunicarme poco a poco con todos ustedes porque os hecho mucho de menos.
Un abrazo.

Un día decidió entregar su amor
a un marinero de fina talla,
esbelta figura, ojos negros y profundos,
excelente compostura,
fácil verbo, risueña sonrisa,
sobrado de simpatía y gracia.
Por aquel ser embriagador
quedó deslumbrada,
y perdiendo su libertad,
por él fue encarcelada.
En jaula de oro
quedó enclaustrada,
y para siempre apresada.
De oro era su jaula.
Su jaula era de oro,
con cerrojos de brillantes,
mas ella cuenta no se daba.
Su ceguera de amor
no le dejaba ver
que a pesar de ser de oro
seguía siendo una jaula.
No se daba cuenta
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de que estaba apresada.
Que su libertad era nula,
ya no había duda.
Se sentía tan halagada
por el hombre que decía amarla
que su falta de libertad no estimaba.
Por sus amigas era envidiada,
por sus hermanas admirada,
por los que bien la conocían,
querida y respetada.
Nadie sabía que su fortuna se le quebraba.
Su jaula de oro, de alambre se tornaba,
porque el hermoso marino,
bajo siete llaves la aprisionaba.
Su jaula de oro, se tornó en sufrimiento,
silencios doloridos, apagados suspiros,
mirada perdida, triste sonrisa,
gesto herido, palabra silenciada;
ya no se oían sus trinos.
Despojada de su ser, triste y cansada,
un día logró abandonar su nido.
Halló con su muerte la paz
volando al infinito.
Quedó liberada del yugo
que a la vez fue destruido.
Su alma colmada de alivio
en la gloria se regocija.
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Su hombre amado, pronto se olvidó
de aquella mujer enamorada,
que por él dio su vida
sin pedirle a cambio nada.
En silencio se fue, sin meter ruido,
dejando su jaula vacía,
acabándose así los estériles sufrimientos,
y los tristes suspiros.
Los que a su lado sufrieron el encierro,
aprendieron que una jaula de oro
prisión no deja de ser,
y que los trinos y los sentidos,
al final, en ella se extinguen.
Ahora liberada de jaulas de alambre y oro,
candados de brillantes engarzados
y tupidas cortinas que oscurecían su vida,
en el cielo se oyen sus trinos
entonados con alegría.
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Autora: Luisa Lestón Celorio
Del libro. DE CORAZÓN- Editado por Arcibel Edotores 

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