El hijo no nacido vive en el útero,
ahí, dónde mi carne se retuerce.
Mi dulce hijo no quiere dañarme,
soy yo la que marchar no le dejo.
Se murió mi hijo antes de nacer,
no tuvo ojos, no tuvo manitas,
sólo fué un amasijo de células,
un proyecto de vida al amanecer.
En mis arterias se deslizaba el hambre,
ese devorador de sueños y sosiegos.
La boca como el pozo seco de mi vega.
Secos los ojos de tantos seres llorados.
Se han apagado las brillantes estrellas.
El sol azorado se nos torna sombrío.
Las nubes se van sin dejarnos su llanto,
sin esas vivificantes lágrimas de alegría.
Callado se fué el hijo de mis entrañas.
La vida se desliza a través del agua.
La brisa nos trae el olor del trigo verde.
Mis hijos nacidos rien y yo me enardezco.
- Autor: Anttoni (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 1 de diciembre de 2013 a las 08:28
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 88
- Usuarios favoritos de este poema: El Hombre de la Rosa, cecily olwood
Comentarios2
Una preciosa muestra de tu talento poetico amigo Antonio
Saludos y amistad desde Torrelavega
Críspulo el de la Rosa
¿Qué es poesía?, dices mientras clavas
en mi pupila tu pupila azul.
Poesía... eres tú.
Eso decía Bécquer
La vida es poesía.
¡tristemente hermoso!
Saludos Cecily
Para poder comentar y calificar este poema, debes estar registrad@. Regístrate aquí o si ya estás registrad@, logueate aquí.