Paso el tiempo
dando quejas de la soledad;
¡cuántos pesares desangrados!
Vicio interminable de esas lágrimas,
sin cesar vierten el cauce agrietado
de humedad dolosa,
alojándose en el borde del charco
amargo del recuerdo.
Cada lágrima brota una y otra vez
fustigando como látigo
la quietud del alma.
Nunca se halla paz
en el espacio lastimado
por la incesante penuria.
Salen cuando no las espero
a condenarme la vida,
recordándome
al instante las penas,
y recordarlas
es morirse de nuevo,
aunque no quieras.
Y esas lágrimas
volvieron a fluir con mayor
tristeza,
muchas veces descendiendo
impalpables
por las mejillas escarpadas por el llanto.
¡Cada vez más las siento rondar
entre las pupilas yertas!
Julio Medina
30 de noviembre del 2013
- Autor: papajumed ( Offline)
- Publicado: 6 de diciembre de 2013 a las 03:22
- Categoría: Triste
- Lecturas: 95
- Usuarios favoritos de este poema: El Hombre de la Rosa
Comentarios2
Bello poema matizado de soledad y tristeza amigo.
Abrazos cariñosos.
Gracias por comentar, saludos
Una preciada genialidad tu hermosa poesía amigo Papajumed
Un placer leerla...
Saludos de amistad y afecto
El Hombre de la Rosa
gracias por comentar, saludos
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