- ¿Alguna vez creíste que el mundo giraría sin dinero?
- Siempre lo ha hecho –Bebe más Ron– Sólo que ahora el dinero se disfraza.
- Espero que no de prostituta, pues esas son mi mundo.
- De prostitutas y de todo. Últimamente el dinero lleva muchos nombres, es como eso del retrete y el sexo.
- ¿Cómo que el retrete y el sexo? –Enciende el cigarrillo- ¿Algún proverbio cantinérico?
- Me lo contó una botella de Whiskey, mientras esperaba el amanecer frente al boulevard, miraba como las personas hablaban, charlaban, caminaban, se vestían. ¿Has notado cómo el mundo se mueve bajo el anonimato de la multitud? Es mágico, los vez ahí, comprando el mundo, hablando de lo que se puede vender o comprar, lo mercantil.
- ¿Cómo los poemas? –Ron, ron, ron- ¿Mercancía del alma?
- Más bello que eso. Mira, simplemente como se habla de ir al baño, todos defecan, pero nadie habla de eso, por otro lado, nadie hace el amor, e igualmente, nadie habla de eso.
- ¿Y el sexo? De ese sí se habla.
- Se habla porque se vende, se puede intercambiar, “empeñar”, inclusive es un concepto palpable sobre el humo de este bar. Pero en el caso de hacer el amor, es un tema imposible, las personas le temen a charlar sobre lo que los vuelve mortales, lo que les hace vivir, pues vivir es poner un pie sobre el río Aqueronte.
- La mortalidad es para el lector de versos, no para el que los escribe, ¿Qué te preocupa?
- Me preocupa que mueran todos, sin haber aceptado el soneto de mi aliento etílico.
- ¿Y qué pasa con hacer el amor?
- Pasa que no pasa, así de simple, como el río subterráneo que no alimenta nada.
- Estoy en desacuerdo –Otro cigarrillo- recientemente le desgarre el infierno a un tulipán, era un pétalo perfecto sobre un talle blanquizco, casi traslucido.
- Eso es sexo.
- Soy poeta, no existe ese término en mis caricias. Como te decía, cuando habíamos comenzado, un pequeño chasquido se hizo presente, como un silencio, ya sabes, ese que se hace cuando dos respiraciones encuentran el mismo galope, cuando dos corazones se desbaratan al mismo son, no quiero sonar trillado al decir que es una unión de almas y pieles, no, es algo mucho más complejo…
- Dame esa botella, antes de que le hagas lo mismo.
- Eres el salario del escritor, miserable e inconstante.
- Deja de adularme y continúa tu anécdota.
- …Es una introspección, es como ver las estrellas empañadas por la retina insomniana.
- ¿Es como un trago de alcohol con música de Sinatra?
- Es como una inyección de heroína escuchando a Amy Winehouse.
- ¿Has usado heroína?
- No hace falta, basta con ver tres horas seguidas la programación televisiva.
- ¿A qué nos lleva tu encuentro tulipantiano?
- A que se puede hablar por horas de hacer el amor.
- No es válido, tú lo compraste.
- ¿Cómo que lo he comprado? –Trago profundo, Ron, ron, ron- ¿Acaso no escuchaste el inexorable verso al arte Venusiano?
- Le has entregado tu metapoesía a cambio de hacer el amor, así no es válido.
- ¿Cómo es válido entonces?
- Cuando haces el amor realmente, te embriagas tanto en el menjurje de la entrega, que lo único que queda son dos palabras, “te amo”. Si podes decir más, has sido un avaro, pediste palabras a ella, en forma de caricias o gemidos, pero siempre son palabras, todo es palabra, todo es un verso.
- Tal vez tienes razón, vendí unas vueltas a mí mundo.
- Le distes vueltas a un tulipán vestido de Gea.
- ¿Por qué será que nos fastidiamos tanto el propio centro emotivo entre las sienes? Tanto pensamiento para terminar en la misma dialéctica infinita del impulso apasionado de ser humano.
- Dialéctica (?), tal vez hablas del circo de nuestros tragos, los malabares de la lengua con nuestro léxico, los condicionamientos peregrinos de nuestro subconsciente, la soledad… errante en un vestido de encaje y coqueteándonos detrás de la barra de nuestra melancolía.
- Por eso, dialéctica infinita.
- Infinita es la vuelta que da el mundo.
- Y ni un solo centavo en ese girar desmedido.
- Claro que no, estamos ebrios, locos, y miramos las flores como si fuesen nuestras lágrimas después del primer y último beso.
- Pidamos otra botella, tal vez la podamos pagar con lágrimas.
- Lo único que se paga con lágrimas es el tiempo.
- Y la alegría.
- O la multa por exceso de velocidad.
- No olvides el llegar dilatado a la cena con tu musa.
- Ese no es problema, ella no cenará nunca conmigo.
- ¿No te ama?
- No existe, bueno, físicamente no.
- ¿Dónde anda?
- Por ahí, haciendo girar el mundo.
- Tal vez la puedas comprar.
- Depende, ¿Cuánto cuesta la botella de Ron?
- Lo suficiente para tejernos otra hora de palabras hirientes y silencios embalsamadores.
- Perfecto, la noche tiene pinta de sepulturero.
- Y nuestro ánimo posee porte de desahuciado.
- No, de enamorado.
- Es lo mismo, nunca he visto la discrepancia –Se destapa la nueva botella- ¡Salud!
- ¡Carpe diem!
- Oye, ¿Y crees que la mujer mueva al mundo?
- No lo sé, pero por lo menos mueve nuestras botellas rumbo a los labios.
- Rumbo al contorno del espíritu.
- En dirección a donde gira el mundo.
- ¿Qué mundo?
- ¿Realmente importa?
- No, mientras gire.
- ¡Salud!
- ¡Salud!
- Autor: Héctor Adolfo Campa (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 6 de diciembre de 2013 a las 06:30
- Comentario del autor sobre el poema: Realmente no es un poema, sino un pensamiento que surgió en mi interior, un dialogo entre los dos poetas que llevo dentro. Gracias.
- Categoría: Sin clasificar
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Comentarios1
Una preciada genialidad tu hermosa prosa amigo Hector
Un placer leerla...
Saludos de amistad y afecto
El Hombre de la Rosa
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