Mi cuerpo está cansado. Ya no aguanto más.
La agonía, la necesidad de otro cuerpo, lo destruyen a uno más que la labor cotidiana, más que toda la jornada de desgaste y abatimiento.
Voy camino al trabajo, es muy temprano y tengo sueño, tengo hastió, todo los males que pueden existir van sentados a mi lado o postrados en algún sitio de mi cuerpo.
Voy mirando por la ventana del autobús e inventando historias que siempre terminan involucrándonos a ti y a mí indefinidamente, que buscan finales alternos, escapes drásticos y elaborados de esta maldita realidad que tiene a nuestros corazones hechos nudo.
Mi cuerpo está cansado; mis parpados parecen de plomo, mis piernas arden a cada paso pidiendo descanso a gritos.
Es toxico el aire de esta mañana. ¡Ay desdichados días!, tan llenos de lluvia y de nada, parecen lluvia infinita que caen y caen uno sobre otro idénticamente perpetuos.
Quizá esta sea la razón por la que hace mucho no te he escrito: la monotonía, la repetición de lunas y soles. Los mismos astros, tú y yo ya sin nosotros mismos, la distancia que se incrementa, y el tiempo que se va y se queda, que hace todo a su maldita gana y juega a su conveniencia.
Mi cuerpo está cansado, sin tus manos, mi piel está hecha llaga. Mi voz redunda en lo mismo: te espero, te espero, te espero, la paciencia me asesina. Te espero.
- Autor: santiago calderon ( Offline)
- Publicado: 23 de diciembre de 2013 a las 00:58
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 10
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