A mi esposa
Eros influye en nosotros
poderosamente
pero no nos rige.
Una descomedida marejada
era por los inicios de lo nuestro.
Era atroz el placer y era el deseo
unas cosquillas como campanillas
y también como espuelas afiladas.
Los años
han hecho sabio al dios:
el aprendiz
– más refinado y diestro tras el largo ejercicio –
es ahora un maestro en su tarea,
tanto,
que asume sereno y hasta feliz
la soberana prevalencia
de otras fuerzas mejores sobre nosotros.
La misma mano que nos talla arrugas
edifica otra obra
cuyo sentido y grandeza somos pequeños
para apreciar cabalmente.
Basta lo que intuimos, sin embargo,
para fundar como sobre granito
la más alegre de las esperanzas.
- Autor: Juan de Marsilio ( Offline)
- Publicado: 28 de diciembre de 2013 a las 00:13
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 30
- Usuarios favoritos de este poema: El Hombre de la Rosa
Comentarios2
Es una genialidad crear tan bellas metaforas ensambladas en la hermosa prestancia de tus gratificantes letras amigo Juan de Marsilio...
Feliz entrada del año 2014...
Tu amigo Críspulo el Hombre de la Rosa...
A todos mi gratitud por sus comentarios.
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