A ratos lanza,
a veces mansa,
luego resaltaba lo puntiagudo,
y en silencio los espectadores de la indiferencia
y no comprendieron
la llegada de las formas grises,
grises como el cielo nublado.
Ahí estaban los de siempre,
los jóvenes y los viejos
soñadores invariablemente
que aclamaban las antiguas libertades,
libertades que que se reclaman
en los rugidos de los leones desesperados.
- Autor: Luis Rayo (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 8 de enero de 2014 a las 01:31
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 43
- Usuarios favoritos de este poema: El Hombre de la Rosa
Comentarios1
Un placer la lectura de tus hermosas letras amigo Luis Rayo
Abrazos de amistad de Críspulo
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