Languidece la tarde
tiñendo de amatista tus pupilas.
Se arrebola la lámina serena
de este espejo de cósmicos azules
que atesora en su fondo los rubíes
que encendió nuestro amor en sus riberas.
En danza etérea de sombríos velos
la noche avanza.
Desde su oscuro manto vaporoso
se desprenden luciérnagas celestes
que caen sobre las ondas cristalinas.
Y, suavemente,
la gran moneda argéntea de la noche
sale a alumbrar la seda de tu rostro.
Con mórbidos reflejos,
las confidentes aguas generosas
contemplan nuestras cálidas caricias
que embalsaman de hechizos otra noche,...
...otra noche de amor...
Y así, en tiernas penumbras junto al lago,
los destellos de luz de nuestros besos
van a unirse a los brillos de los astros
navegantes sobre el cristal dormido.
- Autor: Alberto Moll (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 11 de enero de 2014 a las 18:28
- Categoría: Amor
- Lecturas: 52
Comentarios2
Muy conmovedor poema, un gran placer hermosas letras.
Saludos de amistad
Gracias por tus elogiosas palabras.
Igualmente cordiales saludos de amistad.
Tiene un lenguaje culto... me hizo pensar que me falta vocabulario, jajaja, pero esta bonito, de verdad, me ha gustado mucho.
por cierto... he leido que eres profesor de matemáticas... justo la asignatura que me está costando este año, ups jajajaj
Me alegro mucho de que te haya gustado y te doy las gracias por tus comentarios positivos. Pero de vocabulario culto nada. He visto que tú te manejas muy bien con el lenguaje.
Y, por último, en cuanto a las matemáticas, ya no “soy” profesor por la edad, pero lo he sido muchos años. Espero que puedas superar esas “dificultades” de que me hablas. ¡Si las matemáticas son muy fáciles!, ¿no?
Aún soy ignorante, pero ya voy mejorando... antes era el doble, jajaja.
Gracias, a mi me gustan las matemáticas en verdad, las empecé un poco mal al principio del curso pero aprobé el trimestre al final 🙂
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