Sereno el atardecer, tibio el aire, hablas y atiendo,
perdido en tus labios mis ojos fijos porque entiendo
que no hay mejor momento para secretamente liarte,
así al liberarme, mi mano entonces pudo rozarte,
sucede ahora que mi temor cesa, y mientras el sol se oculta
con cada yema recorro la suave piel de tu mano izquierda:
en su dorso profundo respiro, nace así la marea inquieta,
prosigo y en tus nudos surge mi cielo, mi ruego se cuela.
Nirvana y fluida aceptas, en olas se mece el suspiro,
entre tus dedos me hundo, ellos me abrazan, pacífico espiro,
mientras a tu palma arribo la elipsis testigo de mis labios
que asalta mi razón se cuela, pero son tus ojos salvos
con los que al mirarme rompes el silencio en un lenguaje nuevo,
en la oscuridad precisa todo el corazón, todo el fuego llevo,
porque marcas el tiempo en que somos uno al abrazarnos,
y en la sensación de cada tacto temblamos al amarnos.
- Autor: Nestor Varela ( Offline)
- Publicado: 20 de enero de 2014 a las 08:31
- Categoría: Amor
- Lecturas: 716
- Usuarios favoritos de este poema: El Hombre de la Rosa
Comentarios1
Muy grata y hermosa ha sido la lectura de tu poema de amor amigo Nestor Varela...
Un saludos de amistad y afecto...
Críspulo el Hombre de la Rosa...
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