El fúnebre cortejo se veía
venían lentamente por la vía,
un féretro un cuerpo una criatura,
y una madre llorando en amargura.
Hijo mío! Hijo mío! Ella decía,
le hablaba y el infante no le oía,
vivieron juntos las auroras puras,
y hoy queda sola en larga noche oscura.
Crujen en casa los quicios de la puerta,
de par en par se abren los ventanales,
llenándose de pálido esplendor.
La vista al horizonte está desierta,
no hay brillo de los montes ni rosales,
que puedan devolverle su color.
- Autor: Manny (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 29 de enero de 2014 a las 12:57
- Categoría: Triste
- Lecturas: 51
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