Qué triste ahora de morir mañana,
y en la búsqueda de verdades encontrarte al extravío,
cual mapa frio-moribundo yace el dolor de la ruta,
de navíos condenados a las fosas del cielo.
Todo un mundo sumergido al laberinto, paredes de hielo,
donde acude la tonada que va a tildar los destierros,
y señaléticas confusas en constante movimiento.
Descolgar al sol de chamar extinta,
resguardarlo en los bolsillos.
Oh… no sé si será para suplir por mentiras la pena,
porque estas manos envueltas de cenizas,
no son suficientes para tallar la barrera,
porque más que paredes son:
nomás que espejismo,
y el tender de la noche,
y el bramar los luceros.
Todavía recuerdo esa milésima de eterno instante,
detrás de mí todavía, las flores que me escuchaban,
y el latir de una rosa tatuado en mi oído,
mas su aroma impregnado en mis manos,
y su pétalo clavado al borde de mi boca.
- Autor: Martinez Deschamps (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 31 de enero de 2014 a las 02:56
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 27
- Usuarios favoritos de este poema: El Hombre de la Rosa
Comentarios1
Gratificante y amena ha sido la lectura de tus letras amigo Gustavo
Saludos de sincero afecto de Críspulo
Para poder comentar y calificar este poema, debes estar registrad@. Regístrate aquí o si ya estás registrad@, logueate aquí.