Revoloteando sus alas pasó frente a mi.
La esencia de sus plumas rozó mi cara y lo confirmé.
Seguí mi camino buscando en el infinito, otras plumas,
un ángel dorado fue mi utopia.
Busqué y busqué, cansada me arrimé a una cascada, vi unas grises,
Me dije -puedo añadirle matices.
Entonces me dispuse a alzar el vuelo como un Alcon sediento.
Fui conformista y un tanto optimista.
Al cabo de un tiempo a esas alas les faltaba alma,
a ese gris nunca se les dio matices.
No quería dejar las únicas alas que conocía y me aferré a ellas con gallardía.
Tanto sirvió de nada y la nada sirvió de mucho.
Días de luna, noches de sol se asomaban en constancia.
Mi animo era una errante quimera. Mi yo era un «no sé».
El existir se extinguía en agonía.
Cesé;tanto buscar mis alas de ángel... Ignorancia me vestía.
Un querubín se posó en mi ventana una mañana.
—¿-traes mis alas? —no, vengo por ellas.
- Autor: princess1-A (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 3 de febrero de 2014 a las 13:13
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 79
- Usuarios favoritos de este poema: El Hombre de la Rosa
Comentarios3
frases cargadas de mucho romanticismo, es un placer leerte.
Espero que no se las hayas dado.
Tus geniales letras amiga agradecen la lectura de tu bella prosa...
Un saludo cordial de sincera amistad...
Críspulo el Hombre de la Rosa...
Para poder comentar y calificar este poema, debes estar registrad@. Regístrate aquí o si ya estás registrad@, logueate aquí.