Entonces el silencio nos reinó, la luz se apagó,
yo no pensaba en otra cosa más que amarte,
y tus manos desvaneciendose en mi cuerpo
gastando mis vastas ganas de acariciarte.
Al paso de la noche que no acababa
mis manos te tocaran toda,
no hubo parte tuya que no leyera
ni quize terminar con mi ceguera.
En la obscuridad que avanzaba
mientras tu intimidad penetraba
mis ojos se cerraron para contemplar
una belleza que va más allá de la piel.
Y en ese silencio pude contemplar
el callado negro de tus ojos,
la hermosura del placer sin igual,
el final de nuestros enojos.
La luz se encendió,
y con ella mis esperanzas de que vuelvas,
la noche después volvió,
y con ella la seguridad de que te fuiste.
- Autor: L. Roberto M. Uriostegui (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 6 de febrero de 2014 a las 03:29
- Categoría: Erótico
- Lecturas: 121
- Usuarios favoritos de este poema: El Hombre de la Rosa
Comentarios2
Muy buen poema amigo Roberto
abrazo cordial
bambam
Es un gusto que mis versos sean de tu agrado.
Saludos
Gratificantes y hermosos tus geniales versos eroticos amigo
Muy grato leerte...
Saludos de firme amistad...
Críspulo el de la Rosa
Muchas gracias maestro, un gusto saber que gusta de mis versos.
un abrazo.
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