Pregón de madrugada
De que el hombre come piedras, come piedras,
de que el hombre mata al hombre, mata al hombre,
y empieza cacerías infernales
y atrae a sus cuchillos a los ángeles,
y en vez de sonreír y decir vamos,
en vez de liberarse de pereza y juicios
y hacer lo que en deber tanta alegría le ha asignado,
se niega a sostener que todos pueden,
se niega a regalarse la dulzura,
se niega a prometer que hará el mejor esfuerzo
y que el día de ayer no ha de dejar
en vano al caminar hacia el mañana.
De que el hombre está incompleto, está incompleto,
le faltan, mire usted, dos catedrales,
un síndico de quiebra entre sus voces,
un mapa hacia sí mismo, la otra parte,
aquella que perdió al romper su espejo,
le falta adivinar si quiere hijos,
historia, porvenir, un par de amantes,
le falta decidir si aquellas manchas
son sólo manchas en un muro o bien prisiones
que no lo dejan escapar de aquel castillo que ha creado.
Le falta comprender lo que le falta,
la cuerda en su reloj y la locura
en sus días y noches más felices,
la mano de algún niño bajo el sol,
la boca de un amor en cada almohada
y al fin una mandíbula más fuerte
que atrape el desamor, lo muela, lo marchite
y le permita errar, ya simplemente silbando
y no rumiando en cada nueva y triste madrugada.
http://fuerteyfeliz.bligoo.cl/
25 02 14
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Autor:
Óscar Pérez (Seudónimo) (
Offline)
- Publicado: 25 de febrero de 2014 a las 14:26
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 44
- Usuarios favoritos de este poema: Ayelén
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