Estimada compañera,
yo quisiera ofrecerte,
o quizá solo proponerte
una relación placentera.
Recordado tus labios;
me dan ganas de quedarme a tu lado.
Pensando en tus manos;
me dan ganas de sentir tus caricias.
Idolatrando tus virtudes;
me someto a tu entereza y a tu libertinaje.
Concentrándome en tu belleza;
me mantengo ensimismado con tu recuerdo,
con aquel ciprés llano que es tu cuerpo.
Puedo canonizar tus caderas,
porque en ellas se encuentra el cielo; el infierno.
En ellas pierdo cualquier sentido del bien o el mal,
en ellas compruebo; que los hombres
podemos tocar el cielo en vida,
tan solo lo que dure el tacto,
de aquellas caderas de tu cuerpo.
Espero. Mujer de todos.
Que a un pobre mortal
(quien más va a serlo, si no los hombres:
los pobres mortales, y las mujeres:
las bellas divinidades)
concedas un poco de tu dulce tacto
lleno de vida esperanzadora,
y de un amor fugaz como una ametralladora.
Mujer; en mi sed te has convertido,
que incluso el agua, ya no es la que me quitara esta sed.
Esta solo se cura con tus labios y tu piel.
- Autor: kozmeck (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 26 de febrero de 2014 a las 00:03
- Categoría: Amor
- Lecturas: 281
- Usuarios favoritos de este poema: El Hombre de la Rosa
Comentarios1
Muy agradable la lectura de tus versos de amor amigo Kozmeck...
Saludos y amistad desde Torrelavega...
Críspulo, El Hombre de la Rosa...
Muchas gracias, amigo.... le mando igualmente saludos Desde Puebla en México.
Para poder comentar y calificar este poema, debes estar registrad@. Regístrate aquí o si ya estás registrad@, logueate aquí.