Tenía el alma desnuda
aquella noche gélida,
helado, mi cuerpo pareciera
negro fantasma sin mesura.
¿Que tiempo estuve asi?
No lo sé, media vida quizá;
La soledad mi amante fugaz
que no me dejaba vivir.
Pero llegaste tú, silenciosa,
¡ángel de esta tierra!
quién mis heridas venda,
y de mi paz gladiadora.
Comprendí porque hay mundo,
cielos, montañas y la mar;
ya sé porqué nacemos
y odiamos la soledad.
Caminando mi tierra trémula,
costal de mis pies cansados;
Una luz que radiante pasaba
se ha detenido al paso.
Y pude ver en la oscuridad
¡todo se ha vuelto luz.
Una estela de amor
a revuelto mi quietud.
Hoy sé que el día es azul
y aunque se pinte gris,
luz que alumbra el corazón,
no puede tener fin.
A ti, te debo mis ojos,
¡los de marfil!, !los del alma!
A ti, barquita de mi naufragio
marinera que nadas.
Ahora mi cielo es un arcoiris,
¡Crepúsculo de color!
Porque tus manos son acuarelas
con tintas de pasión.
Danza a mi lado, princesa,
por ti desprendí la armadura,
cual de desamor me protege,
la que brillaba como la luna.
Y si tu presencia en mi mente,
en mis retinas,
no es mas que una invención.
Si cuando te miro y desvanezco
solo es el desconsuelo
de la triste imaginación,
que me diga y me demuestre
quién al yo quererla
me quita la razón,
porqué cuando la miro
mi alma plena ríe
y al sentirla lejos,
llora mi corazón...
- Autor: poetalibre ( Offline)
- Publicado: 3 de marzo de 2014 a las 12:42
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 67
- Usuarios favoritos de este poema: poetalibre, Gustavo Affranchino
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