Dice el cuerpo

Oscar Perez

Dice el cuerpo

 

Quiero gozar un cuerpo, dice el cuerpo,

el mío, el de esa piel color caricia,

el pubis de esa flor, la boca de aquel río

y el estallido fiel de esas caderas en mis brazos.

quiero dejar de andar recién vestido,

dejar el pantalón junto a la cama y su tristeza,

en esa silla la corbata del silencio diario

y el reloj en el cajón de los cansados y pacientes,

la camisa en el cordel en que rozarse con tus dedos

y aquel zapato allí, donde comienzan tantas veces

los territorios de mis plantas y sus eternas primaveras.

Empiezo a sostener mi corazón en tu mejilla,

mi mano en  tu balcón, mi boca sobre tu cintura,

empiezo a saborear aquel deseo que florece

cuando sin esperar ya nada más me encuentro a solas.

Soy cuerpo, me confirmo, tengo altas sensaciones

y encuentro sin pudor toda mi piel al fin del acto,

mis manos en tu azul, mis vértebras traslúcidas

y el dulce corazón de mis historias vuelto huellas,

arterias, floración de cánticos y de almas

y deseo sin fin de ser algo más contigo.

Pues no todo es mandar al ojo mira, abre el párpado

y conquista la luz de los espacios que así invades,

ni al labio muerde el mar de tus palabras más salobres

y encuentra en su oración la vieja estrella de lo eterno.

No todo es confirmar que envejecemos cada día,

que nunca volveremos al candor de aquella infancia

en que, tersa la piel, libres los sueños,

calzamos para siempre este gran traje que nos cubre y

 que ya devolveremos a las maletas del destino.

El cuerpo es conjunción de las estrellas que te miran

y del azul distante en que tú mismo buscas cielo,

es alma al transitar las cóncavas moradas

de sangres, de fulgores, de carnes taciturnas,

una prisión quizá del infinito y sus cabellos,

una versión de eternidad que acabará en una cajita.

Y el goce en este embate de vuelos y de amarras

es un bastión insomne en que acunar la nueva aurora,

las ganas de reír, las altas posesiones

de un barco al aclarar de cada nueva travesía.

Por eso, cuerpo, ven, dice mi cuerpo,

no temas tu rubor, no temas el que yo arda,

la vieja libertad tiende su piel entre nosotros

y el mundo no se irá sin contemplarse en nuestro abrazo.

Gocemos la canción, esa que escribes sin palabras,

más bien con rebelión, con fortaleza, con entrega,

el encuentro vendrá como la noche en que te amaron

y luego volverá cada vez que alces tu mirada.

Ven a delirar, cuerpo con cuerpo quiere el alma,

el resto una estación en que partir al palpitar del infinito.

 

http://fuerteyfeliz.bligoo.cl/

 

07 03 14

 

  • Autor: Óscar Pérez (Seudónimo) (Offline Offline)
  • Publicado: 7 de marzo de 2014 a las 15:09
  • Categoría: Sin clasificar
  • Lecturas: 67
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