El Loco Mario

Le llamaban el loco Mario.

Vestía atuendos inusuales, lleno de despojos.

Era tanta su presencia,

Que todos le miraban de lejos, todos de reojo.

Era un tipo poco común.

Llenaba su cabeza de mundos fascinantes,

Solo un acto bastaba,

Colmando su sangre de escarcha indomable.

Demacrado y sonriente.

Esa era su identidad; buscaba ser todo en nada.

Sobre todo ser feliz.

Mientras otros teniendo todo, se quejan de ello.

Gustaba de verlo hablar.

Decía ver polillas que carcomían y mitigaban su dolor.

Decía ver hadas volar.

Reía a carcajadas; quizá los demonios tienen un buen sentido del humor.

Sus noches eran desvelos.

Absuelto entre las sombras, sentía que vivía.

Casi siempre no comía.

Tanto hollín en sus dedos, le volvieron una frágil melodía.

Soñaba con sirenas.

Vagaba en lo profundo del mar, entre almejas y sal.

Volvía reales sus sueños,

En los escondites, mitigaba toda esa nube pasional.

Odiaba el dolor de la gente, su orgullo, su ignorancia.

Deseaba ver su progreso,  y que no se conviertan en su sucio espejo.

Desechaba la hipocresía y el extravío de su pueblo,

Por eso prefirió alejarse del mundo, y de su entorno…

Muchos dicen que sus hadas le mataron, otros que el tiempo le desgastó.

Yo creo que fueron sus sueños, porque aún le veo reír junto a sus hadas y polillas.

Es un buen chico…