-Él, se dirige a mi espacio de la sala y de forma adusta, con el periódico en la mano, señalando esa portada angustiosa me pregunta
-¿Sé sincera y dame tu opinión?
-Yo respondo con honestidad, dada su pregunta
-Él, perturbado por la respuesta sincera, frunce su ceño, molesto, a grito pelado… descalificándome, aduce en tono severo: no tenías que decirme eso, te odio por ello. ¡Qué maligna y desgraciada!
Yo, asevero mi respuesta y le pregunto—¿sino estás preparado para la verdad, por qué diablos quieres saberla? Sólo respondía a tu pregunta.
Después del conjunto de voces desentonadas, pasamos al absoluto silencio. El silencio agudo podía escucharse. La tensión de su mirada malcriada no discurría a la razón, dándome a entender que debía tragar en seco, sentirme culpable por decir la verdad y buscar la excusa barata del cliché: ¡lo siento!, ¡perdón!
Una vez más debo disculparme por decir la verdad. Qué mierda de sociedad esta, donde no cabe la sinceridad sin temor a etiquetas… En definitiva, no hay lugar para la verdad y punto.
Comentarios3
Los imberbes que son legión, están acostumbrados a que haya varias verdades, nosotros los que nos manejamos con principios tenemos solo una.
Un abrazo
Asi es poeta, buscamos la verdad pero no todos estamos dispuestos a recibirla.
tienes toda la razón verdad es una y no hay mas
Así es.
claro tocaya
La verdad mi querida amiga Maria, es muy relativa y todo depende del cristal con que se mira, muchas veces la verdad molesta al que no esta acostumbrado a vivirla, muy hermosa tu manera de escribir, me agrada sobremanera, un abrazo
Mas o menos poeta
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