Aún recuerdo...
lo bello de mi infancia,
esa tu mirada franca
al volver de prisa
después del juego
corriendo hasta la casa.
Aquél sillón
donde reposabas,
en tu escuchar noticias
y tu decir que no, que no dormitabas.
Aún añoro
el color de tus mejillas
y tus ojos mieles
habitados de sonrisas.
¡Ese silbar!
música de mis mañanas
y el alegre canto cuando te bañabas.
Aún aguardo...
pese a que el tiempo
en mi cuerpo ya ha pasado,
el anhelado abrazo
y ese mecer despacio
al vencerme el sueño
en tus rodillas.
Aún yo veo...
la casa, esa tan vacía
donde no me esperan tus miradas.
Por volver...
¡Amado!
ya no tengo prisa,
no está el sillón, y ya nadie silba.
No hay quien
escuche más noticias,
y ya nadie canta por las mañanas.
He cerrado puertas y ventanas
y me he mudado de nuestro vecindario
y ahora es mi hijo
que con la ternura de un niño
sin saberlo él,
hace música por las mañanas,
y si me ve sonriendo
con nostalgia en la mirada.
Corre a mi encuentro
para darme un..
¡Buenos días!
mientras dice lento.
No estés triste madre
una parte del abuelo
en mi corazón se crece,
escucha como late
¡No más lagrimitas!
Mira...
yo también lo extraño
¡Celebremos juntos silbando su recuerdo!.
Tizzia Holwin
©Safe Creative
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- Autor: Tizzia (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 19 de marzo de 2014 a las 16:46
- Comentario del autor sobre el poema: Jaime Sabines ... En las cuatro gavetas del archivero de madera guardo los nombres queridos, la ropa de los fantasmas familiares, las palabras que rondan y mis pieles sucesivas. ... También están los rostros de algunas mujeres los ojos amados y solos ... Y de las gavetas salen mis hijos. ¡Bien haya la sombra del árbol llegando a la tierra, porque es la luz que llega!
- Categoría: Familia
- Lecturas: 193
- Usuarios favoritos de este poema: joaquin Méndez
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