Hoy pienso en ti
viajo al claro de tus ojos
a tus pupilas frescas, cristalinas
a la quietud de tu mirar;
donde me he perdido, nocturno
para sentir el mundo en pausa.
Vuelvo a tus viejos gestos
a lo blanco de tu pecho
a cortejar tus manos
donde encontré el pan,
aquellas con la que labraste
felicidad, constancia
y un nuevo amanecer;
si se despierta en tus brazos
no hay soledad, no hay prisa;
en la dulzura de ti, se vive…
y se puede morir.
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