Un poeta de El Salvador

Carlos Manuel Larrea

Salvador Salazar Arrué mayormente conocido como Salarrué nació en Sonsonate (El Salvador) el 22 de octubre de 1899 y murió el 27 de noviembre de 1975 en San Salvador. Se destacó como escritor y pintor y se lo considera un personaje ineludible de la narrativa de su tierra, la cuzcatleca. Pese a ser considerado uno de los más importantes poetas salvadoreños, durante casi veinte años su obra se encontró sepultada en el más absoluto olvido, hasta que sus descendientes se encontraron con ella y comenzaron a divulgarla para darle a Salarrué el lugar que le correspondía en las letras de su tierra.
De sus obras podemos mencionar "Cuentos de Barro", "El Cristo Negro", "Conjeturas en la Penumbra" y "La Sombra y Otros Motivos Literarios". En nuestra web podrás leer algunos de sus poemas, tales como "El ojo de agua", "El chucho" y "Lo que dice el caracol". Pero seguramente una de las creaciones más resaltables del autor es "El matadero"; un poema en el que el autor pone de manifiesto la tortura y la muerte que se cierne detrás de las puertas de estos lugares. Una obra cruda, llena de elementos pasmosos y lúgubres que permite acercarse a las ideas y las emociones de este poeta.

 

El chucho

 



Por el camino polvoso,
al mediodía,
al medio del camino,
con la cola escondida
y la oreja tímida.

Por el camino desolado,
enclenque, descolorido,
con dos ojos pintados sobre los ojos...
Atemorizado,
enjiotado,
ahuesado de hambre, pasa...

No lo llames;
huirá despavorido.
Creerá que es pieda
el pan en tu mano.
Está escaldado,
apedreado,
molido a puntapiés
por los truhanes y borrachos
de los pueblos;
apaleado
por la placera
y las puyas largas
de los carreteros bribones.

Chuchito bueno,
chuchito triste,
afligido,
chuchito mío sin dueño:
ésta es la montaña,
no temas,
la isla en el mar del cielo,
no temas,
la tierra de arboledas y de trinos,
de místicas cigarras
encendidas en llama sonora,
votiva,
ante el altar del infinito...

Éste es el mundo -nomasito...;
tierra de desiertos caminos
y niños cantureros
que juegan con piedritas
y semillas, por los matorrales;
tierra de las lluvias lejanas
y los ranchos tranquilos.
No temas
'Amarillo',
'Canijo', 'Cujinicuil'
como te llames,...si te llamas...
Quédate en algún rincón
de cocina,
oyendo moler,
oliendo el humo del horno,
masticando la tortilla tiesa,
Chuchito peregrino
del miedo supino;
ángel de la suprema desdicha
que todo has aguantado y sufrido:
quédate un rato, al menos,
a la sombra del tamarindo,
royendo el hueso del mediodía...
Deja ya de temer,
deja ya de huir,
ten valor
de resistir
la mano de amor
que quiere peinarte dulcemente
la cabeza afiebrada.
Aprende a cerrar los ojos
adormeciéndote,
confiado al fin...

Como se te da el agua del charco
quiero darte mi cariño.


Un poema, que más allá del placer estético de su lectura, invita a pensar sobre el destino del resto de las criaturas.

 

Carlos Manuel Larrea

 

  • Autor: klimperer (Seudónimo) (Offline Offline)
  • Publicado: 24 de marzo de 2014 a las 05:30
  • Categoría: Sin clasificar
  • Lecturas: 16
  • Usuarios favoritos de este poema: Hugo Emilio Ocanto
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