Sobre el mármol eterno se han dejado
los hilos de un guiñol, triste momento,
los días y el final de su lamento.
En las nubes del cielo se han pesado
los llantos, desde un cielo condenado
se sustenta el jardín del sufrimiento;
lagrimas de este cielo de tormento
bañan el sueño eterno del finado.
Cipreses que se alzan cual saeta
al cielo miran, hacia el negro manto,
sin un solo astro, la noche es secreta,
Corren las horas de una noche escueta,
la soledad del alma es el quebranto,
huérfana se quedó la marioneta.
25/3/14 j.ll.folch
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Comentarios1
Me encanta como expresas con palabras este precioso lamento.
saludos
Mi agradecimiento por dedicar tu tiempo a estos modestos versos. Un cordial saludo Eva.
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