Basta de reproches grito él, no todo en la vida puede salir como a vos te place, no todo tiene que ser color de rosa para poder decir que este arropajo de huesos se desvive todos los días por hacerte feliz, que te ama con toda su alma...
Sin embargo, no importó cuantas veces lo gritara… ella seguía en su mundo ficticio creado únicamente en su cabeza, en donde la infidelidad es segura incluso con la peor carne putrefacta, donde un halago mañanero equivale al insulto de noche, donde las palabras se defecan y tienen un valor más bajo que el del estiércol.
Él, entonces agarró su cabeza como pidiendo una explicación divina, en forma de reproche y con los ojos cerrados reclamo al mismísimo demonio el momento en que llego a cruzar un par de miradas, esas miradas que hoy lo tienen en el tormento diario que roba el sueño.
Alzo su mirada al cielo, como suplicando asistencia divina para buscar una salida a semejante estado de estupidez en el que ambos se encontraban sumergidos, el silencio fue la única respuesta que obtendría.
Ese mismo silencio que decidió aplicar entonces, tomando fuerzas de su evidente imagen de derrotado, camino hacia la salida… con un nudo en la garganta… (que si fuera golpe de boxeador tendría asegurado el título)… Volteó su mirada… mientras ella estaba postrada en la cama dándole la espalda, quiso cambiar el mundo por un instante… solo por un instante… para poder lograr que todo fuera diferente… pero descubrió que aún si todo el mundo cambiara… ella seguiría siendo la misma, consumida por los demonios de su pasado...
…Su mente seguiría culpando sus pasos… y esa misma culpa, es la que los condujo al fracaso…
Comentarios1
Genial relato amigo poeta, un placer leerlo.
Feliz fin de semana.
Gracias por pasar y leer
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