El reservista come ensalada de anchoas
mientras nos habla de su mujer enferma;
las mijas sembradas por la mesa
delatan lo feliz que sería
si regresase buena.
Los obuses, a medianoche, tienen la tonta manía
de interrumpir los sueños justo en lo mejor.
En el último, un divertido pez espada
paseaba triste por Montmartre
preguntando por la chaquetita de Erik Satie.
Mi novia me escribe frases apasionadas
llenas de faltas de ortografía, es un cielo.
Cuando todo termine,
por esto y por su carita dulce,
me casaré con ella
en una iglesia de torres muy altas.
Los capitanes nos hacen cavar
trincheras antisépticas,
pero los muchachos
dejamos las fuerzas para el combate,
y nos las arreglamos
ensuciando lo menos posible.
(Las manchas de sangre están prohibidas)
En fin....
Quien más quien menos
aquí andamos todos tarados.
Pero me resisto a echar la culpa al enemigo
de la roña de las putas de pueblo,
y de las guardias de invierno tan frías.
Ya veremos.
- Autor: Fernando Torres Simón (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 29 de marzo de 2014 a las 09:12
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 113
- Usuarios favoritos de este poema: santos castro checa
Comentarios2
Crudo y real ¿o es solo fantasìa? El talento con que escribes es innegable realidad ¡Te felicito, Fernando!
Muy agradecido por su bello comentario. Recibo sus felicitaciones sabiendo lo que valen.
Hola Fernando!
Es la primera vez que leo algo tuyo.
Rápidamente he mirado los antes publicados... Sí, ésto es calidad.
Un gran placer haber realizado este descubrimiento, muchas gracias!
Carlos
Hola Carlos. El placer es mío por haber encontrado a un poeta que le gusta mi poesía. Muchas gracias a ti por tu tiempo.
Fernando:
Yo no: Tú si que eres poeta. Ese poema, 1914, es una joya. Te mueves con una naturalidad en aquel mundo, como si de hecho hubieras estado allí, y transportas luego al lector a Montmartre. Hay que leer muy atentamente para comprender que el poema ha sido escrito ahora y no en aquella época.
No quiero insistir más, creo sólo mi deber, como amante de la buena literatura, de la buena poesía, decirlo. Es importante para el autor saber que no está predicando en el desierto.
Enhorabuena!
Carlos
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