Digamos que no se puede olvidar con las venas cerradas,
más bien se puede con las venas abiertas, muertas,
liberadas de la sentencia de muerte que todos concebimos
al nacer, no estamos sentenciados a ser católicos,
tampoco a ser de nuestra nación, pero si a la muerte,
nacemos predestinados a morir.
¿Para qué?
Para olvidar, cantar, reír y recordar que no todo fue tan malo,
tampoco fue bueno, al menos, las caricias amarillas
si me satisficieron; caminar, besar, amar, la ilusión
y el cambio que nada cambio más que embellecer
lo que tanto esperaba, morir.
Suena triste con una pisca de encanto suicida,
me encantó perderme en las fauces del resto por un momento,
también, sostener sus lagrimas con mi rostro cristalizado,
pero yo no sufro, ya no lo hice, sí me llama la atención
es que... Ya no los recuerdo, son el olvido
de la memoria de un muerto y yo para ellos,
el muerto de sus memorias.
- Autor: srakkin ( Offline)
- Publicado: 17 de abril de 2014 a las 13:48
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 38
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