Su infinito cuerpo está cubierto de seda en vez de piel y adornado con lunares que son como las estrellas. Ni los más deslumbrantes eclipses se pueden comparar con el brillo de sus ojos y ni las más caudales cascadas son como su pelo, que desembocan en el lago de su espalda, donde yo me sumerjo. Ni las más deliciosas fresas saben cómo sus labios y ni las más suaves flores se comparan con el tacto de sus manos. Su aliento contra el mío se fusiona en un beso que nos deja sin respiración y, nos dejamos caer de espalda. Su pelo me moja la cara, donde se forman ríos que conducen peces y estos van a parar en mi boca. Ella los pesca con sus dientes y los mete en una pecera de color negro, donde se juntan todos los peces. A ella le gusta nadar junto a ellos en la pecera negra. De pie junto a la pecera la observo sonriendo. Al salir de la pecera negra, su cuerpo está cubierto de un color negro que aprovecho como si fuese un lienzo y, mis dedos recorren su cuerpo dibujándola. Ella me limpia los dedos con su lengua que utiliza como pincel y dibuja en la pared blanca y yo con la mía limpio la suya, así una y otra vez hasta liberarla del encubrimiento negro y quedar libres
- Autor: RaulBravo ( Offline)
- Publicado: 21 de abril de 2014 a las 07:54
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 21
Comentarios1
¡Me ha gustado la fantasía de su " Pecera Negra " ! Gracias por compartir el relato.
Carmen
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