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Disipa en ti la Discordia
Y encontré que ya no era,
que habiendo dejado de ser,
me esforzaba por saber
que era lo que no era.
Entonces vagué por la nada
de la cruel inexistencia,
buscando en su desinencia
el principio de la nada.
Cuando en oscura alborada
a mi mente llegó luz
era el “Cogito ergo sum”
que Descartes proclamaba.
Y viendo que yo pensaba
dime cuenta de que era,
y no era inexistencia
donde mi mente vagaba.
Sino que dentro de mí,
tratando de interpretar
lo que causaba mi mal,
nada viendo, me perdí.
Y perdido en el vacío
que el corazón llevó al alma,
confundí con la nada
la confusión de mi sino.
Y creyendo que no era
que había dejado de ser,
en vano quería saber
que era lo que no era.
Y he, que habiendo salido
de esta cruel transmigración,
a pesar de mi aflicción
algo bueno he aprendido.
Cuando el alma abatida
y confundida a su vez,
tengas, sin saber porqué
en tu camino en la vida.
No lo trates de enmendar
con tu propia confusión,
que no puede una infección
su propia herida curar.
Póstrate en constricción
Y en canto de “Sursum Corda”
Disipa en ti la discordia
En una plática con Dios.
Rafael
- Autor: Umskua (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 22 de enero de 2010 a las 09:09
- Comentario del autor sobre el poema: "Sursum Corda"
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 72
Comentarios1
Muy filosófico tu poema, ese pienso, luego existo que llego a ti en la alborada, imagino que despajaría con ese razonamiento algunas de tus dudas, lo cual así veo por tus versos finales en ese canto “arriba los corazones”
Petonets Rafael.
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