Que pueden contarte mis ojos tristes,
que puede decirte mi cansada voz,
si fue mi piel la que un día tuviste
enredada en aquel lecho de amor
Que puede contarte el corazón mío,
si todo del el, lo conoces de sobra
soy como el agua del caudaloso río
cristalino, sin mancha, sin sombra.
No, no me pidas entender la vida,
no me pidas entender el tiempo
aquí, para eso no hay cabida,
pues mi alma es como aquel templo
Abierta a todo aquel que busque
de paz o de consuelo una palabra
más en su corazón solo guarda
un poco de aquel amor de hombre
No, no me pidas estar ahí siempre
pues en días mis pies detendrán el paso
me quedaré rendido, y en un abrazo
a la dulce muerte seguiré a la cumbre
No, no estoy más aquí para amarte
no estoy aquí para rendir tributo
no, me tienes aquí para seguirte
mucho menos para guardarte luto.
Pues el camino trazaste con tus manos
y en él, la senda cada vez más lejos,
nos arranca del amor lo humano
y nos hace cada vez mas viejos.
Te amé, negarlo jamás podría,
ni al viento que mi faz refresca
ni al sol que a diario me calcina
ni al amor mismo, que me apresa.
Libre eres de continuar tu paso,
no te detengo ni te ato a mí
libre eres de beber del vaso
libertad que buscas para ti.
Mas si un día la vida te traiciona
y te sientes abandonado por el mundo,
no dudes en buscarme y reflexiona
y en mis brazos ven, y quédate dormido.
- Autor: Ostoatl Texotli (Zorro azul) (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 23 de abril de 2014 a las 12:31
- Comentario del autor sobre el poema: Aquello que no se dice en el adiós...
- Categoría: Amor
- Lecturas: 64
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