Nunca antes hubo en los arroyos veloces
callados, pensativos, tiernos caracoles
que saliendo de las hojas eternas se despeñaban
silenciosas
persiguiendo tímidas gotas de rocío imperpetrado.
Duras noches de sigilo atormentado
retumbaron por agujeros sin rumbo,
esas conchas duras, imperecederas que
descansaban sobre electrizantes piedras,
acariciando de los hombres sus anhelos,
tibios roces de los dedos descalabrados,
y noche tras noche se escuchó la carcajada...
la carcajada de una concha desnuda,
clamando a los astros invisibles por la niebla
la presencia de su amado cristalino,
grisáceo, taciturno,
sin addicar en su luchar atrubulado
la última gloria de un amante sin corazón
ni refugio.
Guillermo
- Autor: Romeo J (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 23 de abril de 2014 a las 21:46
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 63
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