Ilusa, insubordinada y con ganas de cambiar al mundo

Ilusa, insubordinada y con ganas de salvar al mundo.

  Yo no voy a negarles que el mundo en el cual vivimos es un genuino caos, yo no voy a negarles que la humanidad está haciendo cosas despiadadas, yo no voy a negarles que la desesperanza y la amargura serían los sentimientos más acordes a nuestra realidad. Tampoco voy a negarles que soy una insubordinada que va a debatir todo lo anterior. 

 

El mundo es un genuino caos, es cierto, sin embargo ¿por qué quedarnos con eso? Somos casi siete mil doscientos millones de personas en el mundo y ¿nuestra mejor respuesta al problema es quejarnos? Hay 14 mil cuatrocientos millones de manos que podrían hacer la diferencia si tan sólo nos levantáramos del sofá después de ver las tragedias que narra el noticiero e hiciéramos algo; algo tan simple como respetar las luces del semáforo, ceder el asiento en el trasporte público o más sencillo aún: tratar a los demás como nos gustaría ser tratados. 

 

La humanidad está haciendo cosas despiadadas, tampoco lo negaré, sin embargo ¿Se han puesto a pensar en que tanto dolor puede haber dentro de esa gente? Nadie nace malvado, la vida nos golpea para hacernos crecer; a veces en el momento indicado para madurar, otras veces cuando aún no podíamos manejarlo.  Insisto, aunque sea difícil, es mejor tratar a los malvados como nos gustaría que nos traten a nosotros. No porque seamos mejores, no porque se predique con el ejemplo (que de hecho así es) simplemente porque si siete mil doscientos millones de personas comenzamos a ser amables eventualmente los malvados se rendirán por ser minoría.

 

No les diré que jamás he sentido amargura, que jamás he llorado hasta la madrugada preguntándome ¿por qué la vida me hace esto? ¿Por qué si yo intento apoyar a todo el que se me acerca? ¿Por qué si yo intento ser dulce aún cuando estoy mal por dentro? perdiendo toda esperanza en que algún día encontraré lo que anhelo, en que un día la vida me dará tregua. ¡JA! Eso si es ser iluso, la vida no te dará tregua porque su trabajo es hacerte la criatura más maravillosa que el tiempo permita y eso sólo se logra con trabajo duro. La vida no tiene porque darte tregua, simplemente porque no te está atacando, es tu mayor aliada. Todo lo que te ha pasado era un bien tramado plan para hacerte exitoso en su momento.   No negaré que hubo momentos en que el dolor me venció y odié a personas, odié situaciones. No entendía porque alguien podía ser capaz de causar tanto sufrimiento hasta que maduré y dejé de pensar en mi: si alguien te está haciendo sufrir es porque esa persona está sufriendo. Y entonces lo entendí, la vida no la puso en mi camino para que yo fuera feliz, la vida me las puso en el camino para que el dolor que ellos sentían pudiera drenar de alguna forma.   Siempre he creido que vine  esta tierra a sanar a la gente, pero con mi corta edad no lograba entender que no es sólo el cuerpo lo que necesita ser sanado, muchas veces todo lo que alguien necesita es contestarle mal a alguien para que el dolor salga, llorar y hacer consciencia de que todo estará mejor cuando las lagrimas se sequen.    En base a lo anterior les puedo decir que creo en el dolor y en los malos ratos como los más grandes y amorosos maestros que la vida puede poner en tu camino, pues con su dureza pulen todas las opacidades que te impiden brillar. También puedo decir que el amor duele y es el principal motor para cambiar al mundo, no sólo el amor a tu familia o a tu pareja: el amor a tu trabajo, a hacer las cosas bien, a entregarte cada día como si nunca te hubieran hecho daño.    En base a lo anterior les daré la razón: soy una pequeña ilusa que tiene fe en la vida. Soy una pequeña ilusa, insubordinada y malcriada que marca su propio ritmo y no va a parar hasta lograr que el mundo sea un poquito mejor