QUÉ PUÑALADA

  Recuerdo que cuando te conocí

en aquella hermosa tarde de Abril,

no tenías compromisos con nadie;

haciéndome creer por un instante,

que tu loco y ferviente corazón

estaba disponible para mí.

Y como un soñador apasionado,

te acogí dentro de mi pensamiento;

hasta caer absolutamente rendido

en un profundo éxtasis de amor;

sin imaginar que más adelante,

padecería una negra desilusión.

De repente, al darme cuenta

que estabas embarazada de otro;

sentí una rabia tan grande

que quise explotar de inmediato;

e ir corriendo tras de tus pasos,

para vengar este cruel desencanto.

¡Qué coraje me dió ahí mismo,

con tal de repudiar tu mala intención!;

ya que todavía estoy ardiendo de ira

con esta herida que me tiene agobiado;

pues aún tengo las manos llenas de sangre

de la puñalada tan certera que me has dado.

Aún no logro reponerme del todo,

ya que ha sido muy fuerte el impacto;

y me cuesta demasiado superarlo,

porque soy un cobarde a tu lado;

no más de saber que estabas con otro,

hasta la muerte hubiera llegado.

JOSE ALBERTO LAITON C.

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