Mis pies tocaban la tibia arenisca de la playa
con las sandalias que arrastraban el sílice y el cuarzo.
Eran una interminable sensación de temblequeos las olas
que golpeaban las rocas disonando.
Túnicas de seda bajaban del cielo
y se hundían ondeando bajo las aguas.
Allí las sirenas serpenteaban,
sus colas arrasaban con moluscos y crustáceos.
Caían vagos puntos de brillantes oros
y también se sumergían bajo las olas.
Debajo de mar, se iban tejiendo pensamientos,
idílicos encuentros con otros colores.
Luciérnagas marinas se lanzaban entre brillos
con fulgores que azotaban las honduras marinas.
Aparecía de repente entre sueños sin sentido
La Place de L’ABEÉ BASSET y los escalones al más allá.
Las promesas se hundían allí también en el mismo Sena
que las arropaba con finos tules del Notre Dame.
Remataban las rocas donde las imaginaciones dormían
entre crespones de cintas negras que el luto exigía.
Habían bellas promesas que de los cielos caían
repartidos entre el mar y el Sena.
El sueño finalizó.
CARLOS A. BADARACCO
29/4/14
(DERECHOS RESERVADOS)
- Autor: CARLOS ALBERTO BADARACCO ( Offline)
- Publicado: 1 de mayo de 2014 a las 01:14
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 31
- Usuarios favoritos de este poema: lyi roseblue, El Hombre de la Rosa, santos castro checa
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