El alma de la mujer, tan inmensa como el mar,
Tan inmensa como el cielo, más profunda, mucho más;
Entre sombras que aparecen de pasiones y deseos,
De caprichos, de malicias, de temores y de sueños;
El alma de la mujer, tan sutil y tan extrema,
Nunca deja de ser niña, siempre coqueta y risueña;
Nunca olvida ser demonio que te encadena y te mata
Que te expulsa con violencia, mas con dulzura te atrapa;
Nunca deja de ser diosa, con la vida en sus entrañas,
En el día siempre ausente y en la noche fatua llama
Que te jura amor eterno, que se agita, que se inflama;
Pero un nuevo amanecer, otra vez te la arrebata;
El alma de la mujer, de la duda siempre es causa,
Del placer siempre, raíz y del dolor, sal y lágrima;
En tu mundo tan cambiante en tu inestable querer:
Eres la cruz del camino y también, eterno Edén…
- Autor: Raúl Gonzaga (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 4 de mayo de 2014 a las 08:37
- Comentario del autor sobre el poema: Versos de 16 sílabas, dos de ocho con rima en los pares; expresan ciertas características de la mujer...
- Categoría: Reflexión
- Lecturas: 47
- Usuarios favoritos de este poema: Maria Gomiz Luna
Comentarios1
El alma de la mujer, una gama de colores, una mezcla de sentidos y de constantes amores; el alma de la mujer es color de los pintores, de los músicos, sonido; y la chispa de escultores; de los poetas, palabra, en la danza, posiciones, y en la vida cotidiana, bello mundo de ilusiones...
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