Un día después de la universidad, un rato de descanso, pienso en los deberes que no he hecho, mañana mismo debo presentarlos, no deseo revisar de nuevo mi bolso. Trato de relajarme y dejar a un lado el estrés que se acumulo en mi durante el dia; nada mejor para eso que Nirvana. Mi pies están sobre el escritorio, mi mente esta dividida en dos asuntos el primero los deberes de la universidad, y el segundo analizar Heart-Shaped Box.

 La caliginosa escena de mi habitación es patética: yo, sentado en el sillón de mi escritorio con diecinueve libros nuevos por leer frente a mi, escuchando una rola que ni entiendo y pensando en revisar mi bolso para ir  hacer mis deberes. ¿Es esto vida? ¿Sucumbir ante la rutina? debería irme ahora mismo hasta la estación de autobuses (el ultimo sale a las diez) o acercarme hasta la carreta nacional y detener uno de esos autobuses de dos pisos que van hasta Caracas, Maracay, Mérida, valencia… que se yo, solo irme unos cuantos días, y de nuevo alquilar una habitación horrenda, salir y dejar surgir a mi alter-ego por una noche más, en algún lugar donde nadie me conociese, ¡Que estúpido eso de la reputación! acto seguido, reviso mi capital, la decepción abruma mi espíritu, cuento con dos bolívares que me restaron del día, maldita pobreza.

Ahora, bien pudiera ir a dormir, mañana debo madrugar de nuevo, o, bien podría quedarme aquí en este mismo lugar en donde escribo, ahora con las piernas cruzadas (como una señorita) pensando en los deberes que debo realizar para mañana y tratando de entender aun esa rola de nirvana que tanto me gusta: Heart-Shaped Box.