ROMANCE ARRABALERO

Juan Senda

ROMANCE ARRABALERO

 

Un día me la llevé

a la costa Arrabalera,

nos fuimos en una barca

en una barquilla negra.

 

Al llegar a dicha playa

y al saltar en sus arenas,

ya fondeamos la barca

a cinco brazas de tierra.

 

Luego nos fuimos a coger

camarones por las piedras,

mejillones y erizos,

y algún percebe de cueva.

 

Volvimos hacia la playa

y vaciamos nuestra “pesca”,

en una bancada limpia

de aquella barquilla negra.

 

Al querer guisar aquello

tuvimos que buscar la leña,

y al no haberla en la playa,

subimos por la ribera.

 

Cuatro ramitas de tojo

lanzamos sobre la arena,

mas dos ramojos de uses

fuimos dejando en la senda.

 

Luego subimos al monte

en busca de leña seca,

y vimos un escondrijo

que se guardaba la selva.

 

Tenía una alfombra de hojas,

y otra de hierbas suaves

nos dijimos sin palabras

ya llevaremos la leña.

 

Aquí se halla el lugar

de nuestro sueño y quimera,

aquí podemos fundir

la luna y las estrellas.

 

Allí ardía la luna,

en el fondo de su hoguera.

los dos tomaron venenos,

los que te brinda la selva.

 

De amor quedamos dormidos,

debajo de sombras frescas,

y despertarnos con prisa

de aquella preciosa cueva.

 

Ya de repente nos fuimos

a cocer aquella “pesca”,

al borde del pedregal

y al frescor de la ribera.

 

Y después de haber comido

aquella sabrosa ”pesca”,

yo no sé cómo me fijé

que en la sedosa muñeca.

 

En la mano de mi zagala

le faltaba la pulsera

subimos por el sendero

hasta llegar a la selva.

 

Volvimos a ver el escondrijo

cubierto de hojas secas,

hallamos el brazalete

pisoteado en la hierba.

 

Y al besarnos otra vez

otra vez vino la estrella,

para gozar de las glorias,

y fundirnos en la hoguera.

 

En esto llegó el sol

con brasas hechas de tierra,

y se las dio a beber

al mancebo y a la doncella.

 

Y les dijo que gozaran

de las brevas de la higuera,

y muriesen en las llamas,

que tiene la barca negra.

 

La tarde se hizo noche,

y la noche se hizo bella,

y ya en la barca mía

satisfecho y satisfecha.

 

Despacio vine bogando

faldeando la ribera,

y al incendiarse la luna

y sus volcanes de cera.

 

En susurros me llamó:

“átame aquí la melena”,

y vi puestos en la bancada

sus muslos de perla y plata.

 

Sus muslos bajo la noche

brillaban como las perlas.

abrí sus puertas de sol

y me entré en su barca negra.

 

Quería volar a las glorias

que me daba la doncella,

allí se fundía el mundo

y se mecía la tierra.

 

Entre tanto la brisa del mar

y el canto de las sirenas

nos brindaban serenatas

por cumplir nuestras quimeras.

 

En la noche taciturna,

que todavía recuerda

aquella zagala mía,

aquella hermosa doncella.

 

En mis brazos se mecía

al vaivén de la marea

mas cuando nos dimos cuenta,

la barca varaba en tierra.

 

Saltamos en nuestra playa

bajo la noche serena

pasamos por los arbustos

y vimos otra vez las cuevas.

 

Cuevas de juncos y “taráis”

con camas hechas de arena,

ella bajó su vestido

yo me quite la chaqueta.

 

Nos besamos otra vez,

y otra vez, vino la estrella,

con su fuego abrasador

para morir en la hoguera.

 

En el fondo del volcán,

poderosa barca negra

lentamente fui quitando

de su cuerpo blancas sedas.

 

Fue así como descubrí

pieles blancas y morenas.

mis manos fueron rozando

a sus columnas de cera.

 

Se fue calentando el horno

y las sendas de su hoguera,

y mis labios en sus labios

y sus manos en mis piernas.

 

El bracito blanco y rojo

dilataba en llamas negras

entretanto, ella abría la boca

dando suspiros y quejas.

 

Cogiendo con sus manos

mete el bracito en su almeja,

que ya estaba al rojo vivo

muy jugosa y hambrienta.

 

Pues cogiendo mi bracito

lo introduce en su almeja,

grueso, largo y dilatado

se va metiendo en la senda.

 

Hasta la cuna de gloria,

hasta el fondo de su cueva,

y mi boca devoraba

las uvas de la doncella.

 

Jadeando yo le dije:

ya está el torrente muy cerca,

vas a morir de locura

cuando me hagas las señas.

 

Cuando quieras amor mío

inunda mis carnes tiernas;

y cuando saltó la oleada

sobre el fondo de su hoguera,

 

Ella se daba clamores

y yo mordía la dicha,

lentamente jadeando

se calmaron nuestras fuerzas.

 

La almeja rebosaba

de azúcar, agua y canela

y así morimos los dos

en las ocultas arenas.

 

En la playa que escribía

las más hermosas leyendas

leyendas de carne y hueso

con las más lindas doncellas.

 

Después de pasar dos horas.

después de temblar la tierra

nos dimos un tierno baño

en la flor de la marea.

 

Allí se quedó la noche,

allí se quedó la estrella,

allí se quedó la barca,

allí se quedó la selva.

 

Y los amores más puros,

y las caricias más tiernas,

y aquel dorado escondrijo

donde quemamos quimeras.

 

Haciendo gozar el monte

los arbustos y la arena

tarde de lunas y estrellas,

escribimos nuestra leyenda.

 



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Comentarios +

Comentarios2

  • CARMEN

    Un bello romance hoy tu pluma nos lleva de la mano del amor y de la pasión de una forma maravillosa y sublime-Preciosos versos mi galleguiño. Un beso muy grande

    • Juan Senda

      GRACIAS, CARMELA POR DISFRUTAR DE ESTE ROMANCE QUE HOY NO SE LLEVAN PUES SI SE LLEVABAN ANTES, PERO HOY NO SE LLEVAN POR NO A HABER TROVERAS QUE ESCOJAN A SUS GALANTES....COMO EN LOS TIEMPOS DEL ABANICO QUE POR SEÑAS SE HACÍAN MUCHOS AMANTES....UN BESO MUY GRANDE

    • Poemas de Pepita Fernández

      AMOR, PASIÓN , PLACER, COMPAÑÍA....INGREDIENTES DE ESTE POEMA TAN BELLO POR SU LENGUAJE TAN ESPECIAL
      ME ENCANTA CÓMO ESCRIBES!!!
      UN BESO,JUAN DEL MAR

      • Juan Senda

        GRACIAS, PEPITA, ME ALEGRO QUE DISFRUTARAS DE MI ROMANCE ARRABALERO QUE TIENE HARINA PARA HACER PAN Y COMERLO CON QUESO.

        UN ABRAZO DESDE MI CEDEIRA - GALICIA



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