Con frecuencia se preguntaba cómo sería él. Lo único que sabía es que tendría que ser muy diferente a ella y por supuesto que se dedicará a una profesión totalmente distinta a la de ella para así no pasarse el día hablando siempre de lo mismo. No tendría que ser ni guapo ni escultural, pues en el fondo la perfección y lo demasiado bello, no sabía porqué pero la aburría. Casi nunca sus gustos coincidían con la de las demás féminas que conocía. Prefería la normalidad y lo imperfecto pues la atraía más, y así veía físicos que para los demás serían feos pero a ella le decían algo e incluso la atraían. A menudo se acordaba de cómo un amigo muy allegado le había descrito a la que hoy era su mujer como “un cúmulo de imperfecciones que llega a la perfección” y le pareció la descripción y el piropo más encantador que se podía decir de alguien a la que se quería.
No le ponía cara, ni le interesaba ponérsela, cuando apareciera sabría que lo reconocería y esperaba que a él le ocurriera lo mismo con ella. Eso sí, tendría que tener una mirada limpia y sincera y todo él emanar pulcritud y por supuesto ser divertido y que la hiciera reír…esto último era quizás lo más importante, no quería para nada que se convirtieran en una de esas parejas que se ven en las terrazas de los cafés sentados uno frente al otro, mirando cada uno para el lado opuesto como si fueran dos extraños que no tuvieran nada que decirse.
Tampoco sería un hombre que le diera en todo la razón, le repelía la gente pelota que por quedar bien daban la razón a todo lo que se decía. Se consideraba bastante combativa y tenía que reconocer que las discusiones le gustaban y hasta cierto punto la divertían y rompían con la monotonía. Así que tampoco quería que fuese sumiso, por el contrario admiraría a un buen contrincante que la supiera poner en su sitio. Y es que lo complicado y difícil le gustaba y escapaba de lo fácil y de lo que caía de cajón.
A veces miraba a su alrededor y lo que veía no la atraía nada en absoluto. Claro que se le acercaban pretendientes pero que no le decían nada…el que no era un creído, era un fantasma, un egoísta, superficial o aprovechado…pero ¿ no habrá uno normal? se preguntaba…¡A lo mejor la anormal soy yo! llegaba a pensar, aunque en el fondo de su ser sabía que no era así, que no podía ser malo esperar encontrar a alguien que la quisiera, que la mimase, que la convirtiera en el centro de su vida, que la respetase, y que la apoyase en todo lo que ella necesitase. Necesitaba encontrar a un amante cómplice que con solo mirarla a la cara supiese lo que pasara por su cabeza, aun antes de ella misma saberlo, que la consolara en los momentos bajos, y que tirase de ella cuándo ya no pudiese más. Por el contrario ella ofrecía todo su corazón y su ser…era lo justo entregarse de esa forma ante alguien tan especial. Porque en realidad ella buscaba a ese hombre que sabría que en cualquier momento podría aparecer, porque a su vez él sin saberlo la necesitaba y cuando por fin se encontrasen ya no serían dos almas perdidas sino un solo ser totalmente completo, pues lo que no aportaba uno lo suplía la otra y viceversa.
Así que seguía esperando y levantándose cada día con la ilusión de que en algún momento, quizá no fuese hoy, ni mañana ni pasado, se conocerían….no sabía cuándo, pero tenía la certeza de que pasaría y mientras tanto guardaría todo su amor para entregárselo solo a él que era quien realmente merecía tenerlo y con el tiempo quizás le diría que era un cúmulo de imperfecciones que llegaba a la perfección.
- Autor: anbel ( Offline)
- Publicado: 20 de mayo de 2014 a las 21:35
- Comentario del autor sobre el poema: Dedicado a todos los que buscan un amor sincero y verdadero.
- Categoría: Amor
- Lecturas: 58
- Usuarios favoritos de este poema: Marellia, kavanarudén
Comentarios2
Muy buen relato
Gracias por pararte a leerlo. Un abrazo.
Amiga. ¿Que decirte? Simplemente que me encantó tu profundo y existencial relato.
Eres única y por eso buscas, no la perfección (te aburre) sino la normalidad. La normalidad existe y no eres tu la anormal. Desgraciadamente el mundo se tiende a dividir siempre: bonitos y feos; perfectos e imperfectos; gordos y flacos....y quien busca el equilibrio, la normalidad es visto como un bicho raro.
Pues bienvenida al club de los bichos raros. Yo también busco la normalidad, el ser que me acompañe, no que me complazca en todo y que me ponga en mi sitio.
Me ha gustado mucho y me he identificado con tu escrito.
Un fuerte abrazo.
Dios te bendiga.
Kavi
Es cierto lo que dices de que se tiende a dividir siempre...a las personas las hay que valorar en su conjunto siempre...se puede ser un bellezón y ser hueco por dentro...siempre me ha gustado la normalidad e incluso lo imperfecto y para eso creo que hay que empezar por ser objetivo con uno mismo para no sobrevalorar ni infravalorar a los demás.
Me alegra que también pertenezcas al club y agradecerte que te pararas a leerlo y ojala todos hallamos encontrado esa normalidad que buscamos. Un abrazo de tu amiga del alma.
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