El corazón, con ese enorme hueco desde su ausencia
crecía día a día así como mi necesidad de él,
cada mañana se volvía más insoportable con tan sólo saber que no le vería una vez más.
Sentada, pensando en mi ansia por verle, abrasarle y sin duda alguna
también besarle.
Pensar en cada segundo juntos dolía,
y dolía porque quería revivir cada momento a su lado,
él me amaba, puede que hasta más de lo que yo a él
pero aún así no estaba dispuesta a seguir sin su compañia,
su aroma, su cariño y su intensa y fascinante mirada penetrando la mía.
El abismo en mi pecho se agrando, automátimacente llevé mi mano a la zona de dolor
me topé con esa piedra verde,
ese hermoso jade que colgaba de una cinta negra en mi cuello.
Él me la había obsequiado; tocarla era como tenerlo cerca,
podría decir que se trataba de una pidra mágica
porque parecía contener su aroma, sus caricias
inclusos sus besos, ¡sus besos!
Puede que no estuviese conmigo, pero esa piedra verde aminoraba el dolor de su lejanía,
por ello jamás la dejaba, siempre debía estar conmigo, porque...
el jade era como su alma junto a la mía,
y la atesoraría eternamente.
A Oswaldo P.G.
- Autor: Xochiketzalli Miztli M. (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 23 de mayo de 2014 a las 17:07
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 225
- Usuarios favoritos de este poema: AH
Comentarios1
Lindo poema cargado de amor, sentimiento y ternura. Aunque él no esté a tu lado, siempre lo lleves en en el pecho compartiendo cada latido de tu vida. Ese jade se quedó cerca de tu corazón porque precisamente ahí es donde habita el amor.
Es un gusto leerte amiga poeta. Un saludo cordial a la distancia
Muchísimas gracias por el comentario, en verdad me invita a escribir más.
Igualmente un saludo
Es un placer poetisa.
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