Tengo más fe de la que un adulto debería tener por la humanidad, tengo sueños por encima del percentil 95 y la verdad no me molesta en lo más mínimo ser diferente. Siempre he procurado ponerle plazo a mis objetivos pero hay un par que se los he dejado al azar: Camila y Sebastian.
Por muy fría que finja ser quienes se han tomado el tiempo para lograr que baje la guardia saben lo sensible y cariñosa que soy, por lo cual no es sorpresa que ser madre me ilusione y me asuste a la vez, al punto de por mucho tiempo negarme a la opción. Alegando que si hago pediatría de postgrado ayudaré a más niños que sólo dos, en el fondo creo que es simple miedo a no encontrar un buen padre para ellos.
Yo no tengo problema con enamorarme de un loco desastroso, de preferencia con barba, espalda ancha y sonrisa encantadora; algo inteligente y ridículamente necio de bono; sin embargo un par de criaturitas necesitan que además de encantador e inteligente su padre esté dispuesto a dejar todo por ellos.
No tengo problemas con que no llegues a dormir, no creo mucho en la fidelidad: el amor es libre, si quiere estar a tu lado lo estará; empero ese par de pequeñines querrán su beso de buenas noches. No tengo problema con que no tengas tiempo para mi, ni yo misma lo tengo; mas ellos querrán jugar todas las tardes antes de la cena. En fin, no tengo problemas con un hombre caótico, pero sí con un futuro padre ausente.
Aquí soñando despierta como todas las mujeres siempre he querido que Sebastian nazca primero, que sea encantador como su padre, soñador e idealista como yo. Quiero que quiera llegar al corazón de la gente, quiero que quiera que su vida sea en pro de la humanidad. Quiero que sea músico, poeta y loco. Quiero que sea el amor de mi vida.
Y por supuesto como toda mujer que tiene un hermano mayor, aunque el mio es menor siempre lo sentí más maduro que yo, quiero a Camila después, la quiero con mis ojitos y la necedad de su padre, la quiero inteligente y curiosa como yo. La quiero proactiva, decidida, tenaz, insubordinada. Y ¿por qué no? la quiero con bata blanca y estetoscopio. A ella en cambio la prefiero de mejor amiga y la prefiero robándome el corazón de su padre.
Y no diré lo que dicen todas las madres: los quiero sanos y felices; los amaré sin condición. Porque si algo aprendí en mi carrera es que es obvio que eso pasará. ¿Quien lo diría? Por fin en 24 años quiero algo que quiere todo el mundo.
Nada personal contra el ácido fólico, sin embargo en sus antecedentes prenatales y obstétricos no dirá "planificado". La felicidad y los milagros no se planifican, simplemente llegan y se agradecen a la vida. Llámenme loca, llámenme mal médico, poco me importa
- Autor: Hija de Atenea (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 26 de mayo de 2014 a las 00:17
- Categoría: Familia
- Lecturas: 71
- Usuarios favoritos de este poema: Tyr, ADOLFO CESAR MARCELLO
Comentarios1
No penses que un principe inteligente y encantador va a llegar, me alegra que lo tengas claro, no obstante eso de la fidelidad es esencial, porque quien quiere una familia para tres, con uno o mas agregados de cada lado, los celos no lo niegan, la atencion se mezcla con los sentimientos en estos casos y un buen padre vas a encontrar y si no es asi, no te preocupes, porque sos inteligente claro esta, y esa herencia incluso vence a la soledad que podria mal interepretarse como mala cuando una niñera te supla en una noche de turno.... perdon por mi opinion, aunque incompleta porque estoy aburrido, es asi....
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